martes, 15 de noviembre de 2016

Educar en valores

Hoy una persona, a la que aún no le he contado mi idea de ser madre,  me ha estado contando un problema que tiene con sus hijas, gemelas de 15 ó 16 años y me ha hecho pensar sobre el tema. Os cuento:

Esta madre ha estado educando a sus hijas en unos valores y principios que lejos están de llevar en el bolsillo el último modelo de I-Phone y las zapatillas Nikes más molonas (y caras), etc. Les inculca el respeto por los demás, el que para conseguir algo hay que ganarlo, que todo supone un esfuerzo y que no eres ni más ni menos persona según el dinero gastado en cosas materiales. Que en los cumpleaños, lo que realmente importa es juntarte con tu gente y pasar un buen rato, ya sea en un parque al aire libre o en el mayor parque de atracciones de Europa. Y es que últimamente a los padres se les está yendo la olla con la celebración de los cumpleaños. Ya no vale invitar a los amiguitos a comer tarta, ahora si no lo celebras en un gran parque de bolas o local de celebraciones eres raro.



Esta madre no lo hace porque no quiere, no porque no pueda. De hecho, podría hacer eso y más, pero no se trata de eso. Se trata de que estamos creando monstruitos del consumismo, tiranos caprichosos que ya no piden, exigen. Y cuando en la vida real no consiguen lo que quieren no saben canalizar esa frustración, convirtiéndola en desprecio y violencia.

A las hijas de esta persona no les interesa eso. Les gusta más un libro que el smartphone de última generación. Se conforman con el que tienen, que es uno normalito.
Y una de estas niñas, le ha dicho a su madre, llorando, que no sabe qué pedirse para Reyes porque luego en clase todos van presumiendo de aparatos electrónicos y ropa super cara y a ella le da vergüenza presumir del libro que le han traido.
 ¡¡¡Le da vergüenza y se siente desplazada por no entrar en el juego de ver quién lleva las zapatillas más caras!!!

Me contaba que una de las compañeras de su hija, cuando se cansa de móvil, lo rompe y sus padres le compran otro. Es horrible el flaco favor que esos padres le están haciendo a esa niña.

Además, en el tema de los cumpleaños, sus padres nunca entraron en el juego de celebrarlos en una piscina de bolas más grande que la del cumpleaños del niño anterior. Cuando eran más pequeñas, lo celebraban en casa (viven en un chalet) y según han ido creciendo se iban de merienda al burguer, o al cine, o cosas normales. Al parecer, eso ha hecho que estas dos gemelas fueran siendo las raras de la clase.

Para más inri, son unas chicas a las que no les gusta salir de botellón, no les gusta beber. Y también las desplazan por eso. Sienten que las tratan como unas raritas, aburridas y pobretonas y ya sabemos todos como pueden llegar a ser de crueles las chicas a esa edad. Y no son nada de eso, son chicas completamente normales que no han encontrado un círculo de amistades a su altura.

Estas chicas tienen problemas de autoestima y unos altibajos de estado de ánimo que preocupan mucho a una madre que lo único que ha hecho es criar unas personas íntegras e inteligentes.
Seguro que la mayoría de los padres de los compañeros de sus hijas no saben que sus hijos se comportan así, ni saben que los fines de semana hacen botellón con 15 años. Sin embargo, esta madre tiene la confianza plena de sus hijas que le cuentan todo esto mientras lloran de impotencia.

A mí me da una lástima increíble. Estamos creando una sociedad que da pena. Casos como los del niños de 7 años apaleado o la niña de 12 fallecida por un coma etílico lo confirma.

Algo está fallando, deberíamos hacérnoslo mirar.

Sinceramente, pensar en todo esto es para quitarme las ganas de ser madre. Si ya era difícil antes, ahora en esta sociedad del consumismo y falta de valores lo será más. Son muchas las preocupaciones que supone criar a un hijo y no sé si sabré manejar situaciones como las que os cuento hoy. No quiero que mi hijo sea un tirano, pero tampoco quiera que se sienta desplazado.





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